En el último viaje a Mendoza visitamos Finca Decero (a la derecha una imagen de la entrada).
    
Nos acompañó Ricardo Santos ya que nos recibiría Juan E. Marcó, su yerno, que nos atendió muy cordialmente.

Juan se recibió de Ingeniero Agrónomo en Mendoza y luego completó sus estudios con un “Master of Science” en UC Davis. Trabajó durante cinco años en California y volvió a la ciudad de Mendoza en 2004.
Hace cinco años es el CEO de Finca Decero

La “Finca” está ubicada en Agrelo (zona conocida por sus buenos por sus vinos tintos), que se encuentra al pie de los Andes, que se divisan desde la propiedad. Está a unos treinta kilómetros al Sur de la ciudad de Mendoza, en una de las zonas más altas del lugar, a más de mil metros de altura y la llamaron Finca Remolinos por los minúsculos vórtices que el viento forma sobre las viñas. Planearon su actividad hasta el más mínimo detalle y su vino top se llama Amano en alusión a que trabajan la vid y los viñedos “a mano”.
Allí han plantado malbec, cabernet sauvignon y una pequeña parcela de petit verdot, aunque producen un syrah que proviene de otra finca.

Luego de recorrer la bodega (muy moderna, funcional y con tecnología de primer nivel), fuimos a la sala de recepciones y degustaciones, y probamos su vino insignia el Decero Amano, espléndido por cierto, así como el Decero Mini Ediciones Petit Verdot y un Decero Malbec de cosecha recientemente embotellada.

Finalmente fuimos con Ricardo a almorzar al restaurante que es el centro -o el principal recurso- de la actividad de enoturismo de la bodega, en el que disfrutamos un excelente menú de tres pasos con tres opciones en cada una y con la posibilidad de probar los tres vinos: Decero Malbec, Cabernet Sauvignon y Syrah. Los tres muy buenos.
Me llamó la atención el Decero Syrah que mostró gran complejidad aromática, con notas de moras y especias, con una estructura intensa (14.5°), compleja y elegante, muy bien integrada con sus taninos maduros (pH 3.76; Acidez 5.10 g/l). La crianza durante 14 meses en barricas de roble francés redondea sus aristas y le aporta complejidad. Termina con un recuerdo largo y equilibrado.

Los Decero, Remolinos Vineyard, Syrah, Malbec y Cabernet Sauvignon que acompañaron el almuerzo, son vinos que se elaboran con un rendimiento por hectárea de seis a ocho toneladas, con catorce meses en barricas de roble francés (30 % nuevas), todos tienen un tenor alcoholico de 14,5°, todos son intensos en nariz y en boca, corpulentos, con taninos importantes, aunque redondeados por la madera, agradables y elegantes, aunque puede asegurarse que tienen un buen potencial de guarda. El malbec sobresale la ciruela y se le advierten algunas notas florales y toques de vainilla; en el Cabernet Sauvignon, se destaca la cereza madura y algunas notas ahumadas; en el Syrah -que ya mencioné- se le advierten algunos toques de cuero y tabaco. Todos muy buenos.
El Decero Mini Ediciones Petit Verdot, que pasa 16 meses en barricas de roble francés (50% nuevas), tiene aromas a frutas rojas y negras mostrando la complejidad aromática de la cepa y exhibiendo un notable carácter (rendimiento de seis toneladas por hectárea), sin perder de vista la suavidad y elegancia de la cepa, que se muestra amable (pH 3,75), aunque con una sólida estructura (14.1°), y taninos bien presentes aunque redondos. Muy, pero muy bueno.

El Decero Amano, Cosecha 2009, está elaborado como un blend de altísima gama, con uvas provenientes del viñedo propio pero a razón de 4 toneladas por hectárea, lo que le brinda una estructura y corpulencia notables. Se combina un 60 % de malbec, 31 % de cabernet sauvignon, 6 % de syrah y 3 % de tannat, completando la potencia e importancia del vino, sumado a una cosecha en el momento de muy buena madurez. En la copa luce con un color rojo muy oscuro y muy buenas piernas. En nariz brinda aromas intensos, en los que se aprecia la fruta pero también se hacen sentir los taninos importantes y aún briosos, la madera (veintidós meses en barricas nuevas de roble francés) y el alcohol (14,5°), en un conjunto de sensaciones que lo erigen como un vino notable por su fuerza y complejidad. En boca tiene un ataque que se hace sentir y corre agradable, llenando la boca, carnoso y completo, mostrando la madurez de las uvas y sus taninos vigorosos. Muy, pero muy bueno y seguramente ganará mucho con uno o dos años en botella.