AÑO XX - NUMERO 3(18.01.2020) |
Hola queridos Wine Lovers:
Paladín
Los de mi edad, seguramente, recordarán esta serie de la cadena CBS, que se llamó Revolver a la Orden, protagonizada por Richard Boone (1917-1981), que se grabó desde 1957 hasta 1963 y de la que fueron filmados 225 episodios, algunos escritos por Gene Roddenberry.
Paladín (el personaje), era un universitario que había asistido a West Point en busca de una carrera militar. Luego de la guerra civil, se dirigió al oeste convirtiéndose en un cotizado pistolero o asesino a sueldo. No obstante, su tarjeta de presentación llevaba la imagen de un caballo de ajedrez, o "paladín."
Era un hombre culto y refinado, que disfrutaba de la ropa fina, y la buena comida, vivía en el Hotel Carlton de San Francisco, donde se vestía de traje formal, disfrutaba de la comida gourmet y era aficionado a la ópera. Un dandy.
Excepto cuando estaba trabajando que usaba un atuendo completamente negro. Usaba un revólver Colt, calibre 45 especialmente diseñado para él y una pistola de cañón corto en su bolsillo. Pero su gran ventaja sobre sus adversarios no era su armamento, o su habilidad como tirador sino su refinada educación. Paladín
En cuanto al actor, Richard Allen Boone (Los Ángeles, California, 1917-1981), estuvo en la armada estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Acabada la contienda empezó sus estudios en el Actor's Studio de Nueva York y a trabajar en Broadway debutando en Medea. Tras otros papeles menores en teatro y televisión debutó en el cine en la película Situación desesperada, drama bélico protagonizado por Richard Widmark y Jack Palance.
Pero saltó al éxito con la serie de T.V. antes comentada Have a gun Will Travel de 1957 a 1963. Acabada la serie protagonizó su propio programa llamado El Show de Richard Boone en la que personificó a un juez.
En la década de los sesenta participó en la película El Álamo dirigida y protagonizada por John Wayne. Luego actuó junto a George Hamilton en Fort Comanche, entre muchas otras.
VINOS
En estos días de sosiego, probé el Melipal Blend, Cosecha 2014 que estaba muy bueno. Lo elabora la bodega homónima sita en Agrelo, Lujan de Cuyo, con una capacidad de tanques de acero inoxidables de 800.000 litros cuya producción se distribuye en varias líneas.
Es un assemblage de 60 % Malbec, 30 % Petit Verdot y 10 % Cabernet Franc, cuyos varietales pasan doce meses en barricas de roble francés, por separado, y luego se confecciona el corte de las mejores barricas.
Como se ve en la imagen (de Wines of Argentina), tiene una presentación sobria y elegante. En la copa se muestra con un color rojo oscuro e intenso, con algunas lágrimas que anticipan su buen cuerpo (14.6°). En nariz despliega aromas a frutas rojas y negras maduras, un dejo de especias y vainilla y en boca tiene un ataque amable y luego corre con buen volumen y estructura, redondo, completo y agradable, dejando una sensación final de un vino robusto y sabroso. Muy bueno y más también (en supermercado oriental $ 310). Vale la pena.
En la tranquilidad de mi casa tomé el Saurus Barrel Fermented, Cosecha 2018, de la Bodega Familia Schroeder, que ya es un clásico que se presenta con la etiqueta que -como siempre en este línea- detalla los pormenores de la producción de este ejemplar: cosecha 20.02018; clon 777, en barricas desde 24.02.18 hasta 30.08.18, embotellado 15.02.19, Botella Nro. 3490. Enólogo Leonardo Puppato.
En la copa se muestra con un color rojo rubí brillante. En nariz propone aromas a frutas rojas y negras, como cerezas, grosellas, frambuesas, frutillas y notas de vainilla y chocolates producto de su paso perciben durante seis meses en barricas de roble. En boca, se percibe que la madera acompaña y no tapa las notas frutadas, sus taninos son amables y su buena acidez le da cierta frescura que lo torna agradable en todo su recorrido para llegar a un final largo, delicado y sabroso. Excelente (Aprox. $ 800).
Otro vino del que no puede desconocerse sus virtudes es el Navarro Correas Malbec Reserva, Cosecha 2017, Selección de Parcelas (la imagen es de una cosecha anterior).
Es oportuno recordar que esta bodega fue fundada por Don Juan de Dios Correas hace más de un siglo. En 1996 la marca pasó a formar parte del grupo DIAGEO, una de las principales empresas de bebidas premium del mundo. En 2015 fue adquirida por el grupo Peñaflor (de la familia Bemberg), que es uno de los 10 mayores productores de vino del mundo. Su equipo enológico está liderado por Fernando Ravera (vinos tintos), y Celia López (blancos y espumantes), a quienes tuve el gusto de conocer, a partir de la incorporación de la firma al Grupo Peñaflor.
Este producto, que tiene una sobria y elegante presentación, se hace con uvas de fincas de La Consulta (San Carlos, Valle de Uco), Los Árboles (Tunuyán, Valle de Uco), y Agrelo (Luján de Cuyo), con lo que se consigue una complejidad extra que surge de las sutiles diferencias de las tres parcelas. En la copa se muestra con un color rojo oscuro e intenso, con tonos violáceos. En nariz desprende aromas a frutas rojas maduras como ciruelas, cerezas, frambuesas y notas de violetas, además de algunos dejos especiados y un toque de vainilla, debido a su paso por madera. En boca, luego de dejarlo “abrirse” se lo siente amable en el ataque, equilibrado, con buen cuerpo y buena armonía entre la fruta, el alcohol y la madera, que se agrega a sus taninos redondos que le dan complejidad, y lo hacen sabroso hacia su final, donde logra el cometido de incitar a tomar otra copa. Excelente, sobre todo si se lo puede adquirir en un supermercado oriental a $ 315, lo que redunda en una magnífica relación precios calidad.
SABOR MINERAL
Con respecto al tan mentado sabor o “toque” mineral, Don Angel A. Mendoza ha dicho, entre otras cosas, más o menos lo siguiente:
La mineralidad en los vinos existe: Cuando en un vino se perciben sabores minerales, éstos no proceden del suelo o del terroir. Su origen se debe a factores de la vinificación, alejados de la composición mineral del suelo. Recientemente se ha demostrado (en un modelo científico-estadístico), que la relación entre la composición química de los vinos y su percepción mineral en la degustación, no tiene un vínculo directo con los minerales que componen el suelo del viñedo.
En Argentina, la fuerza comercial del vino de terruños de altura con rocas cubiertas de calcáreo, atribuyen un sabor o textura polvorienta que recuerda “a tiza y pizarrón”. “Un tanino de tiza que otorga frescura secante”, dicen algunos. Otros enólogos llegan a citar “un dejo salino que les recuerda sabor a mar”. Bueno, los suelos calcáreos hace millones de años fueron fondos de mar, con depósitos de conchillas y crustáceos. “Algo de sabor a mar le debe quedar”. Veamos lo que dice puntualmente el experto:
· Tiza, calcio, carbonatos y piedra caliza: dan una sensación de gusto, de suelos salinos donde posiblemente el exceso de calcio, sodio o magnesio absorbido produce un nivel de pH más elevado, que reduce la sensación ácida y aumenta las notas salinas en la boca. Los actuales agentes comerciales (incluidos enólogos), de vinos caros, deben recordar que los millenials y jóvenes consumidores no han conocido la tiza y el pizarrón. Se comunican por whatsapps o usan fibrones en paneles plásticos. Tan emocional es este término que incluso ya crearon un segmento comercial, normalmente de alto precio, que llaman “los vinos de tiza” de nuevos terruños de altura. Otro fetiche comercial para intentar vender un poco más de vino.
· Silex, pedernal, piedra de fusil y pólvora: exceso de fósforo y azufre en los vinos, especialmente blancos que da “vivacidad y picante” en la boca. Se incrementa con la aparición de compuestos tiolados de algunas variedades como sauvignon blanc, riesling, verdejo y merlot. Aromas y sabores que se desarrollan durante la fermentación alcohólica, dando un carácter “azufrado de reducción y sequedad”.
· Grafito: serio error, porque el grafito es un mineral totalmente inodoro. Cuando olemos un “lápiz con mina de grafito”, percibimos la madera que recubre la mina de grafito. Este aroma aparece mucho en vinos tintos y en especial syrah, criado en barricas de roble europeo. Este descriptor aromático, lo encuentro con frecuencia en el varietal tannat, donde lo relaciono con el notable pool de taninos que distingue su tipicidad.
· Pizarra o esquistos: estas rocas metamórficas no transmiten sabor a los vinos (algunos enólogos han colocado trozos de pizarra al vino y no han tenido resultados). Pero los terrenos con esta roca fragmentaria, mantienen una notable frescura en las raíces de la vid, aun en situaciones de acentuada sequía. Las raíces exploran grandes profundidades de suelo y aseguran una excelente maduración de los racimos.
· Granito: roca ígnea, que en suelos ácidos (Europa y América del Norte), producen la excesiva absorción de metales del suelo: cinc, hierro, manganeso, cobre y aluminio. Transmiten al vino una cierta “sensación metálica”.
· Humus, tierra, barro: uvas con sobremaduración, pueden ser presa de hongos que generan geosmina (clásico sabor a tierra humeda). También los frutos muy cercanos al suelo, suelen traer mucha arena y barro que modifican la acidez de las uvas y promueven contaminación de levaduras salvajes que desvían el normal proceso fermentativo, confiriendo sabores terrosos.
· Aromas empireumáticos de carácter mineral o químico: petróleo, kerosene, alquitrán, caucho. Se deben a la formación de un compuesto aromático denominado TDN (trimetil dihidro naftaleno). Las uvas muy asoleadas y con granos escaldados suelen manifestar este defecto olfato-gustativo. Pero también es distinguido en el carácter varietal de vinos europeos como riesling y godello.
· Sabor mineral del ácido succínico: ya el profesor de Enología, E. Peynaud (1984), comentaba las propiedades organolépticas del ácido succínico (contenido natural entre 0,5 y 1,5 g/l), como mineral, salado, terroso, pedernal, tiza y yeso ligeramente amargo y muy secante en la lengua. El ácido succínico se genera durante la fermentación alcohólica.
NOTICIAS
En el mes de diciembre La Cabaña, Restaurante de Carnes, cambió de sede. Hoy se encuentra en Av. Alicia Moreau de Justo 580, C1107 CABA, Teléfono: 011 4314-3710. En la que es su cuarta sede.
En efecto, se fundó el 14 de septiembre de 1935, por Francisco Lapietra, ubicándose en Avda. Entre Ríos al 400, donde tuvo visitantes famosos como Louis Armstrong, Fidel Castro, Charles de Gaulle, Sophia Loren y Charlton Heston, entre otros
En 1996 cerró sus puertas y sus propietarios actuales, luego de un breve período en la calle Rodriguez Peña lo reinstalaron en Alicia Moreau de Justo 380, donde también fue visitado por personajes ilustres, para mudarse a fines de 2019 a su nueva sede sita en Alicia Moreau de Justo 580, a dos cuadras del emplazamiento anterior.
No he ido aún, probablemente a fin de mes me acerque a cenar, pero estoy seguro que mantendrá la calidad edilicia, gastronómica y enológica.
Algo que muchos esperábamos fue que la bodega Viña Las Perdices, en estas vacaciones abrió sus puertas al turismo. En el mes de Noviembre, inauguró un nuevo y moderno edificio donde funciona un elegante Visitor Center, que cuenta con una sala de degustación, un deck y una hermosa terraza con vista a los viñedos. Una experiencia recomendable para quienes quieren conocer Mendoza, y disfrutar de la belleza del paisaje.
Así, ofrece una propuesta de actividades que consisten en visitas con tres diferentes opciones de degustación. Se realizan de lunes a sábados, en diferentes horarios entre las 9 y las 18 horas, en Español, Inglés y Portuqués. Siempre con reserva previa: / +54 9 261 244 7143. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Las tres opciones son:
1. Degustación Las Perdices: incluye 4 vinos: 1 Varietal Las Perdices + 2 Línea Reserva Las Perdices + 1 Ala Colorada.
2. Degustación Exclusiva: incluye 4 etiquetas distintivas de la bodega: Albariño + Ala Colorada Ancellota + Reserva Don Juan + Malbec Ice.
3. Degustación Íconos: incluye las 3 etiquetas más emblemáticas de la bodega acompañadas con una tabla de quesos seleccionados: Reserva Don Juan + Tinamú + Alae.
Trataré de no perderme esa visita en el próximo viaje.
ABITO Wines es un emprendimiento de la familia Mayo -propietarios de Sommier Center dedicados a la producción, distribución y comercialización de colchones y sommiers- que tuvo su origen a partir de la compra de una finca virgen de 220 hectáreas en 2010 en la región de Barrancas, Maipú, Mendoza.
En el año 2013 empezaron a producir su propio vino y a darle vida a la marca ABITO Wines, en tres líneas y siete productos:
ABITO La Juventud (Malbec), ABITO Rosé (Malbec) y ABITO Dulce Natural (Moscatel) es la propuesta varietales jovenes, bebibles y frescos: $ 480.
ABITO Reserva, comprende 3 varietales, Malbec, Cabernet Franc y Petit Verdot: $ 600.
ABITO Gran Reserva, un blend de alta gama de Malbec, Petit Verdot y Cabernet Franc: $1000
Este último ha obtenido muy buenas puntuaciones en la prensa especializada.
El equipo enológico lo integra el Winemaker Sergio Montiel (enólogo principal de Finca Don Martino y asesor en otros proyectos), socio del emprendimiento y su esposa Valeria Bonomo, la ingeniera agrónoma de la finca (ex Viña Cobos).
VEGANOS:
Esta semana y sin que nos hubiéramos copiado uno de otro “Vinómanos” (Joaquin Hidalgo 13.01.20), publicó una nota que se denominó “¿Existe vino para veganos ?”
En esencia señala que los veganos forman un grupo de seguidores fieles y evangelizadores de una idea: con los animales, no.
Y más allá de consideraciones similares a las que volqué la semana pasada, señala dos aspectos actuales:
a) la clarificación con albúmina de huevo que estaría vedada para los veganos (aunque fácilmente reemplazable si se quieren hacer vinos aptos para ellos), y
b) los compost de los biodinámicos que entierran cuernos animales “dinamizados”.
En definitiva, creo que la mayoría de los vinos son admisibles para los veganos y, por otro lado, podrían decirlo en la etiqueta para facilitar el acceso a los seguidores de esa doctrina (sin un costo significativo).
CORREO DE LECTORES
Un destacado winemaker me dijo:
Estimado Alejo: Otra vez disfruto la lectura de su COLUMNA DEL VINO. Me divierte su nota sobre vinos para vegetarianos o veganos. La industria del vino argie se preocupa de hacer vinos para nuevos códigos urbanos, y cada vez se consume menos vino !!!!
Absolutamente cierto y a pesar de todos esos inventos de marketing, ya se ha bajado de los 19 litros por año (per cápita).
Un amigo, buen tomador, apuntó:
Alejo: ya lo hemos hablamos; el tema de los precios de los vinos corre por distintos carriles. Yo te diría que hoy, sea por la causa que sea, los valores de vinoteca, de supermercado sin oferta o “sugeridos” son prohibitivos. Pensar en un buen vino que cuesta casi $ 1.000 es algo difícil de acceder. Ahora ese vino se compra a $ 600 (el día del 40 % de Coto), o a $ 575 en los Chinos … y sigue siendo caro. Vamos a las gamas medias y tenemos en los chinos vinos de entre $ 270 y 400, que tienen un costo importante para un consumidor medio. Pero la pregunta del millón es ¿ porque no cuestan más o menos lo mismo en todos lados ? …
Correcto a la primer parte. La respuesta a la segunda es intermediarios. Sean convenientes o necesarios, pero destacando que no son “ladrones” ni “avivados”, es porque las transacciones en nuestro país son carísimas: IVA, Impuesto al Cheque, Ingresos Brutos, Ganancias, Flete, Depósito (alquiler), sueldos, comisiones, etc.
Es imposible que una bodega de dimensiones medias pueda vender o hacer llegar sus productos a todo el país (salvo excepciones muy destacables), por lo que necesita a dichos intermediarios. En el Area Metropolitana de Buenos Aires, que es donde más desfasajes hay, se suelen superponer las diversas situaciones que ya he comentado.
Un estimado colega me mandó esta foto del vino con el que cenó hace unos días:
Es evidente que hay mucha inventiva a la hora de intentar vender nuevos productos
Los comentarios anteriores, pueden volver a leerse en www.columnadelvino.com.ar haciendo click en el buscador
La semana que viene estaré nuevamente con Uds.
Mientras tanto les deseo que tomen buenos vinos
ALEJO
“El Añejo”