La Bodega Atamisque se encuentra en Tupungato, Mendoza, en el Valle de Uco. La estancia fue fundada por John Du Monceau y su esposa Chantal. El nombre proviene del arbusto Atamisque que ha crecido en la zona durante miles de años y muchos de ellos rodean la bodega. La inmensa propiedad, sita sobre la ruta 86 poco antes de Tupungato, posee árboles frutales, criadero de truchas, cancha de golf y unas cabañas para el turismo, así como un restaurante denominado Rincón de Atamisque. La bodega se ubica en un lugar que tiene una especia de depresión, de forma tal que puede decirse que está rodeada de un anfiteatro formado por los escalones que bajan hacia la entrada.
Los vinos se elaboran con uvas de viñedos propios (100 hectáreas plantadas), situados a 1.300 metros de altura y de pequeños viñateros (viñedos de 90 años) a quienes se les compra su producción.

Nos recibió Philippe Caraguel, el enólogo de la bodega, quien  muy amablemente nos contó sobre la historia y la actividad del emprendimiento y nos llevó a ver las modernas instalaciones, dotadas de tecnología de última generación.

Después nos llevó a la sala de degustaciones, amplia y con ventanales que permitía ver los alrededores, muy atractivos por cierto.

Allí pudimos disfrutar, en primer lugar, el champagne Philippe Caraguel, Extra Brut, que resultó espléndido, más que excelente. Cuenta con un licor de expedición formado por el cogñac Hennessy lo que le da un toque muy especial. Es muy agradable, redondo, interesante y complejo. Tiene un color amarillo dorado metálico, muy buenas burbujas, pequeñas y persistentes que forman una muy buena corona.
En boca es agradable, con la acidez justa, para darle frescura y vivacidad y se lo siente con una untuosidad que aparece después del ataque que lo hace muy sabroso y cautivante (aprox. $ 150). Más que recomendable.

Luego probamos el Serbal Viognier que como les he contado en otras ocasiones, es excelente en su gama, fresco, frutado, con buena acidez y cierta untuosidad en su final. Excelente para tomar como aperitivo (Aprox. $ 70/80).

Pasamos luego al Catalpa Chardonnay, que resultó excelente, de los mejores que he probado, sobre todo porque además tiene una ecuación precio calidad inigualable. Se trata de un vino de color, amarillo dorado, con ligeros destellos verdosos, que tiene fuertes aromas a frutas tropicales, pera, durazno blanco, y un toque de vainilla debido a su paso durante diez meses por barricas de roble francés el 50 % del vino. En boca es completo, envolvente, untuoso, voluptuoso y muy agradable desde su entrada hasta el recuerdo. Excelente (Aprox. $ 140/150).

El Catalpa Cabernet Sauvignon, Cosecha 2012, siguió como el primer tinto y, como alguna vez les he contado es un vino intenso, completo, robusto, con taninos vigorosos pero redondeados por la madera (doce meses 50 % del vino), especiado con un ligero dejo de piracina y agradable en general. En boca tiene mucha personalidad y un recuerdo largo y persistente. Muy apropiado para acompañar comidas intensas.

Siguió un cabernet franc que todavía no está en el mercado y un cabernet sauvignon sin roble (ídem).

Terminando la degustación probamos el Atamisque Malbec, Cosecha 2012, que integra la línea superior de la bodega (junto con el blend, un chardonnay y un cabernet sauvignon), y pasa doce meses en barricas de roble francés el 100 % del vino. Se trata de un vino que excede el límite de la excelencia por su perfección que no deja arista alguna para la crítica. Un vino elegante, robusto pero amable, agradable en todas sus etapas (nariz ataque y recuerdo). E definitiva un vino soberbio (Aprox. $ 300)

Ya casi saliendo a recorrer la propiedad, probamos el Philippe Caraguel Extra Brut Rosado, que resultó tan bueno como el anterior, con las características propias del rosado. Merece destacarse que la bodega también produce el espumante Extreme, Cave Extreme y próximamente lazará el rosado.

La recorrida nos llevó a varios lugares bellísimos que por razones de espacio no puedo volcar aquí.
Cuando llegamos al restaurante, pudimos conversar con el hijo del dueño, actualmente encargado de la mayoría de las actividades. Y después disfrutamos de un excelente menú con truchas del lugar en diferentes preparaciones (para la entrada y para el principal), y tomamos varios vinos pero se destacó el Atamisque Chardonnay que es tan bueno como el Catalpa Chardonnay aunque un poco más complejo.

Y nos fuimos muy contentos de haber conocido este emprendimiento, que -entre otras cosas- produce vinos de excelente calidad. Agradecimos a Philippe por la atención dispensada y nos despedimos previo foto de rigor.