ANAIA WINES FROM THE ANDES

 

ANAIA WINES, se presentó en sociedad, con una reunión que convocó a un grupo de periodistas locales, a fin hacer conocer el proyecto denominado Anaia Wines Wines from the Andes, y a conocer las ocho etiquetas que forman su porfolio actual.
Estaban presentes Patricia Serisola CEO y Head Sommelier y co-findadora; Alejandra Martinez Audano Enóloga y Héctor Durigutti, Wine Consultant (con lo que los vinos anuncian calidad). 

El emprendimiento adquirió una finca de 72 hectáreas sitas en Agrelo, Luján de Cuyo, Mendoza, a casi 1000 metros de altura, en la zona más fría de Agrelo, con marcada amplitud térmica. La bodega, aún en construcción (aunque ya vinificaron allí este año), está equipada con tecnología de clase mundial y un método absolutamente innovador que utiliza los llamados Mates de Concreto (sin revestimiento de epoxi).
Se trata de vasijas de 9600 litros para fermentación, que poseen un mecanismo basculante que permite mantener en forma selectiva el contacto de los sólidos con los líquidos evitando remontajes, y trasiegos.
La utilización del roble se realiza a través de microvinificaciones y/o crianza en barricas de roble francés de 500 lts. y cubas de roble francés de 4500 lts. con el objetivo de moderar su intervención. Se destaca que esos “mates” fueron diseñados por Osvaldo del Campo.
Los propietarios sin Osvaldo del Campo (Presidente y Co-Fundador), Patricia (ya mencionada), y Octavio Molmenti (Brand Chancellor, CEO of Anaia International & Co-Fundador). Colaboran con ellos Alejandra Martinez, Wine Maker y  Gustavo Podestá Van der Heyde Agrónomo. 

De entrada/recepción nos sirvieron el Anaia Sauvignon Blanc, que resultó espléndido y fue una grata sorpresa para todos los asistentes. Se trata de un Sauvignon Blanc, fresco, amable, con un color amarillo claro y brillante, ligeramente cítrico y herbáceo sin dejos de “pipi de chat”, lo que lo hace muy agradable, con un buena intensidad en boca (con un rinde de 60 qq/Ha.), con un tenor alcohólico relativamente bajo (12.2°), que lo hace muy bebible y que lo erige en un vino excelente, sin aristas y muy combinable en distintos momentos (aperitivo, media tarde, comidas ligeras, etc.). Insisto: Excelente.
Unas salsas de zanahoria y de remolacha, muy ricas, permitieron acompañar las primeras copas.
También estaba disponible el Anaia Viognier, cuyo 50 % pasa por roble francés durante doce meses que es -a mi criterio- una combinación ideal, ya que esta cepa (como la chardonnay y el semillón), combina muy bien con la crianza en roble. Se le perciben aromas a frutas de pulpa blanca y algunas notas florales. En boca, ofrece una acidez medida y cierta untuosidad que le da volumen y elegancia. En este caso, tiene un poco más de alcohol (13.1°), pero se siente suave, elegante, agradable. Excelente (Ambos Aprox. $ 590). 

 

Siguieron los Anaia Malbec y Anaia Cabernet Sauvignon, ambos muy expresivos y amables, que fueron vinificados en los “mates” y que a pesar de no tener contacto con madera daba la sensación que esos aromas terciarios estaban presentes, probablemente -como explicó Héctor Durigutti- por el mayor contacto con los sólidos que brinda la vinificación en esos recipientes. Unas riquísimas bruschettas acompañaron a estos vinos.
Con una muestra del lugar y del proyecto expuestas en diapositivas (y algunas maquetas), Patricia se explayó sobre su entrada al mundo del vino (del que señaló que es sólo “un camino de ida”), así como la idea y la formación del emprendimiento que ya es una realidad.
Después se acopló Héctor con su sapiencia y experiencia sobre el rubro. 

 

Siguieron los potentes y magníficos Anaia Gran Malbec y Anaia Gran Malbec, (ambos Cosecha 2017 y fermentados en los “mates”), acompañados por cazuelas de cordero (foto de Carlos Joseph).
El primero hizo sentir su elegancia, la amabilidad de sus taninos, su equilibrio y redondez, así como las notas típicas de la cepa ensambladas con los aromas terciarios provenientes de su crianza durante doce meses en vasijas de roble francés de primer uso. Debe destacarse que se trata de uvas de bajo rendimiento (hablan de 30 qq/Ha.), que lo hace muy interesante para quienes gustan de vinos intensos pero, en este caso, muy agradable y placentero, con un tenor alcohólico relativamente bajo (13.2°).
Al igual que el anterior, el cabernet sauvignon fue fermentado en “mates” y criado en los toneles de roble francés por el mismo lapso. En este caso, se destaca la potencia de la cepa, redondeada por la crianza, que brinda un vino robusto (14.2°), vigoroso pero enorme en sensaciones aromáticas y táctiles, dejando una impresión de elegancia y fortaleza. Ambos excelentes (Aprox. $ 1200). 

Con los postres sirvieron dos vinos denominados “Escorado” un White Blend y un Red Blend, diseñados para beber en navegación, ya que Osvaldo y su esposa Patricia son navegantes (a vela) y que en ése ámbito no puede recurrirse al servicio adecuado para vinos de alta gama, por lo que elaboraron dos vinos más simples pero igualmente agradables que llaman a navegar y beberlos. 

Muy agradable reunión, muy buenos vinos y un futuro promisorio para este emprendimiento que comienza a andar y que promete excelentes productos.