Catalino, es un interesante emprendimiento de Raquel y Mariana Tejerina, del estilo de “puertas cerradas”, sito en Colegiales, sobre Maure casi esquina Cap. Gral. Ramón Freire, que fue abierto hace casi dos años, con un criterio bien definido que parte del excelente servicio y la muy buena atención.
Pero además, se caracteriza porque intentan que sus platos se desarrollen con productos naturales, es decir, tratando de evitar ingredientes artificiales, prefabricados o vulgares, buscando que sus acompañamientos o guarniciones mantengan ese mismo cariz, todo dentro de una amplitud, que no evita las carnes ni los pescados, pero intentando surtirse en proveedores que sigan este criterio, lo que aplican también a los vinos, postres y bebidas espirituosas.
Ellas lo denominan como un restaurant sustentable y señalan que no rechazan las comidas de carnes de pastura o caza, destacando que no utilizan las provenientes de Feedlots que -como dicen- es lo más parecido a una fábrica de carne. La vacas son cuasi secuestradas durante unos 90 días, una al lado de la otra, prácticamente sin espacio entre sí, con la intención de que engorden 250 kgrs., y de ahí son trasladadas para faena.
Creen que lo que está mal no es el uso en sí de la carne, sino la forma en la que se desarrolla la producción, porque en definitiva el consumo de carne contribuye a un bioequilibrio. Por eso usan carne de pastura o granja (no de criadero), que son animales que comieron naturalmente en el campo hasta que pasaron a la faena, no sufrieron estrés y pudieron desarrollar su instinto a lo largo de su vida.
Con respecto a las carnes de caza, usan las que provienen de animales que son plagas en algunos sectores de la Provincia de Buenos Aires y que también se alimentan naturalmente y hasta procrean, antes de convertirse en carne de consumo.
Utilizan carnes de diferentes animales y la de vaca es la que menos usan ya que, en general, recurren al cerdo, perdiz, ciervo, jabalí y búfalo, entre otras; y también es común que lo hagan con los cortes menos frecuentes.
Su formato es de platos chicos, medianos y grandes. Podría decirse que los chicos son amuse bouches o aperitivos, los medianos entradas y los grandes los principales.
Cada quince días aproximadamente cambian el menú que suele tener dos o tres variedades en cada una de esas categorías.
La primera vez que fuimos pedimos uno pequeño, que eran unos fiambres y quesos muy ricos, uno de los segundos que fue tan suculento que el tercero o principal que fue búfalo asado en cocción prolongada, casi no pudimos disfrutarlo, por lo que volvimos a las dos semanas, salteando la entrada para poder gozar de ese plato exquisito y poco habitual.
Los postres son muy buenos y los tragos también, muchos habitués optan por el Gin Tonic como aperitivo, que es muy agradable, preparado con un gin especial.
No se lo pierdan (6384-6461).